jueves, enero 24, 2013

Eternidad empieza por R...



Confieso que cuando nos regalaron los billetes de avión no me emocioné mucho. Es invierno, hace frío, la ciudad ya la conozco, el colegio de la niña, gastos imprevistos, etc…Disculpas que pongo siempre que el viaje no es organizado por mí. Pero ahora, recién aterrizados de vuelta de esa maravillosa ciudad, no puedo sino dar las gracias. Esto es un pequeño resumen de este viaje de tan sólo cinco días al corazón de la vieja Europa.

Me acompañas?

Queda todavía una tenue luz en esta tarde, mientras el sol se retira desdibujando sombras en el Castel Sant’Angelo. En esta hora mágica tan especial y característica de este lugar, a orillas del Tiber, nos llega, camuflado en la bruma, el sonido de las campanas de la ciudad. Sólo por este instante ya merece la pena haber venido.

Estamos en Roma y, hoy, somos eternos.

Roma es una ciudad apabullante. Da igual las veces que hayas estado entre sus calles, inevitablemente, uno se siente pequeño ante tal despliegue de belleza e historia. Es una ciudad tan filmada, escrita y fotografiada que crees, erróneamente, conocerla, y es allí mismo cuando cae todo el peso de su belleza sobre los hombros. Pasear por Roma es igual a un paseo por las páginas de una novela o ser el protagonista de una escena cinematográfica. Evocar a Fellini y su Dolce Vita visitando La Fontana Di Trevi mientras buscamos monedas sueltas para echarlas a su agua, con la esperanza de volver pronto a Roma, es hasta recomendable.

La visita al Coliseo, Capitolio, Foro, Palatino y sus alrededores suponen un baño de humildad para el visitante. ¿Acaso no fueron ellos, los romanos, los que sentaron las bases jurídicas y políticas de nuestra cultura occidental?

El Trastevere es mi lugar favorito de Roma. Es de completa obligación perderse allí. Los italianos son amables por naturaleza y siempre puedes preguntar, pero mi consejo es que te pierdas. Siente su encanto medieval, su bullicio, la alegría de esas voces altas y melodiosas. Su ruido. Mira esas casas de colores con sus niños jugando en la calle, sus mujeres haciendo pasta en la cocina con la ventana abierta y la radio puesta a todo volumen. Imprégnate de esa esencia de la Roma obrera, lejos de los monumentos turísticos. De esa Roma humilde y de manteles de cuadros que nos enseñan las viejas películas. Después baja a pie a la ciudad, despacio. A nosotros nos llovió. Corrimos para refugiarnos de esta lluvia fría de invierno y aparecimos en una terraza con estufas y mantas de pelo calentitas de la Trattoria más bonita de la ciudad.

Roma es así: una caja de sorpresas.

El convento de los Capuccinos es un lugar interesante en Roma. Apenas aparece en las guías turísticas pero es un edificio misterioso y con un punto oscuro y secreto. Se encuentra en plena Vía Veneto pero puede llegar a pasar desapercibido. Hay un timbre en la pared derecha, junto a la puerta, y un fraile capuchino, previo pago de entrada, te enseña la cripta. Está catalogada como una de las criptas más misteriosas del mundo. No te dejará indiferente lo que allí guardan bajo unas cuantas llaves.

Saborea un helado tartufo en la Piazza Navona, merece la pena hacer media hora de cola. Cómprate unos zapatos, un pañuelo o un paraguas en la Vía Veneto. Sube para después bajar a pie las escaleras de la Piazza di Spagna. Vivirás algunas de las experiencias que ofrece Roma.

En sus afueras está Ostia, un lugar en el que se puede degustar el mejor pescado a la parrilla. Allí cenamos una noche, aprovechando la visita a las catacumbas, en uno de esos restaurantes típicos de esa zona, con sus camareros vestidos de romanos y con cuádrigas en sus jardines.

Si dispones de algún día extra para robar a Roma, puedes hacer alguna excursión. Nosotros dedicamos un día a visitar Positano, en la provincia de Salerno, está un poco lejos pero puede llegar a convertirse en una visita inolvidable, pues sin duda es uno de los pueblos más bellos de Italia. Era algo que teníamos pendiente desde hace tiempo. Creo que es, probablemente, mucho más bonito de lo que imaginaba. Me enamoré de ese pueblo en la película Bajo el sol de la Toscana, cuando Jessica Lange decide viajar a él para conocer a su affaire italiano.

Viajar a Roma puede llegar a convertirse en una catarsis. La mayoría de los viajes lo son, pero quizás esta ciudad remueve la conciencia y el alma como pocas.

Para el alma: descanso y buenos alimentos. Allí los encontrarás, sin duda.

Elige bien tu apartamento en Roma , un sitio bonito dónde recogerte al anochecer, y dónde recobrar fuerzas a la mañana siguiente para aguantar bien el ritmo frenético del día. Déjate seducir por su excelente gastronomía. Come, bebe y empápate en su aceite, auténtico oro comestible. Disfrútala despacio, no tengas prisa. Volverás a ella.

No lo olvides, eternidad empieza por R…