martes, junio 26, 2007

Inédito...


En el Casco Viejo, en la calle del Perro, en el número dos, está uno de mis bares favoritos. Ya he hablado de él en una entrada anterior que versaba sobre pintxos.
Es un sitio donde se puede cenar de picoteo quesos, patés, embutidos, ensaladas y alguna que otra especialidad.
O bien tomar un vino tranquilamente.
Fuera del bar hay dos barriles de madera donde apoyar las bebidas y dos bancos de madera.
Las puertas del bar son de color burdeos con visillos blancos en los cuarterones de cristal.
No tiene pérdida. En el número dos.
En el interior del bar, las vitrinas están llenas, además de productos de delicatessen para degustar, de objetos de viajes y de cachivaches diversos. De las más distintas procedencias.
Las paredes, llenas de cuadros, de posters de lugares y de referencias literarias.
Las estanterías, llenas de libros y de objetos curiosos. Es un lugar donde perder la vista, y no sólo en la barra o en las mesas.
Allí se exhibe una carta auténtica en la que el señor Camilo José Cela se ofrece como chivato al movimiento fascista de Franco. Apuntaba maneras desde jovencito...
En uno de los cuadros hay una fotografía preciosa de la cruz del Gorbea nevada. Junto a la barra hay dos poemas enmarcados. Uno es de Benedetti, en el que dice que si él no fuera escritor le gustaría ser mozo de bar. Tremendo Benedetti. El otro es de Blas de Otero. Y en él se dice que es inédito. Siempre me ha gustado ese poema. Ese lugar en la barra, junto a uno y otro poema, es mi preferido. Me gusta tomarme allí el zurito o el vino y releer lo ya tan releído. He intentado muchas veces aprenderlo de memoria, pero la memoria es tan sumamente frágil con una cerveza en la mano que nunca lo he conseguido.

Lo he buscado en libros y en internet pero siempre sin éxito. Así que, recurriendo a la tecnología, un día conseguí llevarme el poema en el bolsillo. Y, hoy, ese poema ya no es tan inédito. O lo será menos. Aún.

El bar, se llama Xukela.

El poema,

El Antillano.

LLegamos a Bilbao,
Tras dos años y siete meses
regreso a tí, ciudad maldita y metida en
lo más

hondo de mi pecho.
Bordeamos
la peña de Orduña,
rozamos
los aledaños de Orozco.
Al fondo,
al fondo, cada vez más próxima,
más adusta y oxidada,
más
entrañable
BILBAO

Blas de Otero
22 de junio de 1968
Bonito, verdad?

9 comentarios:

Anónimo dijo...

El Xukela tiene pintxos de crestas de gallo y un vermouth preparado muy bueno. También me gusta :-).

manuel allue dijo...

"Inútil total" el señor Cela. Ya lo dice él mismo.

Lo demás, estupendo.

Camille dijo...

Yo no me lío a insultarlo porque no acabo, aunque casi le tengo más ganas a su viuda (mira, otra viuda mala!)

manuel allue dijo...

Habrá que hacer una lista.

Pedro M. Martínez dijo...

Coli es amigo mío desde hace...
Es del barrio (que se dice).
Su socio, no.
Tuvimos una buena chufla en Madrid, tiempo ha.

Hoy he estado allí.

Oli dijo...

Me vas a matar... pero no he estado nunca en Bilbao... El verano pasado la rocé con el coche, pero seguí hasta Logroño. Es de las pocas ciudades que me quedan por ver... Seguiré tu visión de esta ciudad maravillosa, pero me va a llevar tiempo ponerme al día (intentarélo, prométolo).


OLI I7O

Camille dijo...

manuel, eso! hagamos una lista, ya llevamos dos: Yoko y Marina.A Ann vamos a darle un poco más de tiempo..

Oli, bueno yo tampoco he estado en NY y pongo todo de mi parte por situarme.

Pedro, Coli es un poco amigo de todo quisqui, no? ja ja. Su socio es el del bigote. A mi me caen bien todos, en especial uno moreno regordete que me lo cruzo todos los días en el metro y me saluda siempre, suele servir las mesas y está en la cocina.


Pero, qué os ha parecido el poema?

Pedro M. Martínez dijo...

Me gusta el poema, pero hay que conocer la trayectoria de Blas y el Bilbao de entonces.
Hace años (unos pocos) se le tributó un (insólito) homenaje en la Plaza Nueva con Garaicoetxea de orador (imagina). Estábamos cuatro y tres no tenían ni p. idea de quién era Blas de Otero (y mucho menos de quién era Garaicoetxea).
Perdona, otra batallita.

Pero sí, ya había visto y gustado de ese poema.

Camille dijo...

A mi lo que me conmueve de Blas (para los amigos) es que se pasó su vida llorando a Bilbao, desde los tejados de Madrid al principio y desde Las Antillas después.
Yo me acuerdo bastante de aquél Bilbao gris y lleno de niebla y, aunque reconozco que ahora está precioso, el Bilbao de antes era mucho más romántico y "maldito" para ejercer de poeta.