Todas las ciudades tienen de entre todos los seres que las habitan, algunos más especiales que otros. Me refiero a esos que, de alguna manera, se hacen notar a su paso. Son reconocibles e identificables aún entre una multitud. Algunos son hasta famosos, como Pascual, un simpático negrito al que se puede ver todos los mediodías de domingo cantando con su melodiosa voz, su sonrisa entrañable y sus piropos a todos los niños pequeños que le miran embelesados y tal vez, ilusionados. Pues Basilio, además de ponerle voz, ganas y alegría al Casco Viejo los domingos a la mañana y las tardes de entre semana, ejerce también una vez al año de Baltasar en la Cabalgata de Reyes del Ayuntamiento. Así que además contribuye a esa magia y misterio de un rey mago hecho carne. Y oficio. En la entrada del metro de Plaza Unamuno, por las mañanas a primera hora, suele estar el protagonista de poner banda sonora a esa Plaza. Un asiático (no soy capaz de mojarme, no acertaría jamás el país) de ojos tristes y su violín. Cuando llegó hace unos tres años se puso en Gran Vía, pero enseguida encontró su lugar en la zona bohemia. Él es frenesí, nervio puro. Pero ojos meláncolicos. Llegó desafinando pero enérgico. Hoy, no desafina. Emociona. A veces, es tan frenético que se le vuelan las partituras. Una vez se las recogí y pude ver más de cerca esos ojos. Seguían igual de tristes. Me gustaría conocer su historia. Imagino que cuando puede come anguila los domingos.
En la fuente del Perro, un hombre abotargado y bañado en alcohol aúlla por las noches, rompiendo el silencio con su dolorosa y quebrada voz. Ese mismo hombre, hace ya bastantes años cantaba a Sabina y Police con esa misma guitarra y otro alma. Y tenía público, sobre todo chicas. Era hasta guapo, pero la vida le ha maltratado. No creo que pase de los cuarenta.
Luego, está Él. Él es ya un anciano. Yo le recuerdo desde siempre. Va con paso decidido, con prisa. Bien vestido. Elegante. Y recita una lista interminable. Son nombres y apellidos. Los recita de memoria, sin titubeos. No sé la historia. Contaban que quizás trabajó en alguna de las navales en la época de la reconversión industrial y esa lista de nombres eran los despedidos. Tal vez Él era el capataz.
El otro día le ví, y me sorprendió. Normalmente se le oye antes de verle. Su voz potente le precede, su lista de nombres. Yo estaba en la acera esperando el verde de un semáforo y oí hablar. Era Él: "De quién es el Titanic, el barco más grande del Mundo? Pues mío, de quién va a ser!". Y qué ha pasado con la lista? con esos nombres? y el Titanic a estas alturas?