martes, noviembre 24, 2009

Una despedida temporal...


"Quizá estar vivo sea esto: perseguir instantes que mueren"
(Muriel Barbery)

Sentí el tintineo de las llaves al caer a mi bolsillo mientras nos besábamos. Aspiré con fuerza su perfume, ese aroma tan de ella durante estos últimos años y empecé a notar ya esa sensación de pérdida, de abandono. Ese vacío en el estómago y el vértigo de notar ya su ausencia. Siempre hay cuatro grados menos de temperatura al otro lado del control de pasaportes de un aeropuerto. Siempre hace más frío para el que despide que para el despedido.
Me quedé allí, esperando, en ese espacio gris en el que sólo hay prisas o alegría para el que se va y tristeza para el que se queda. Metí la mano en el bolsillo y toqué las llaves, las llaves de su casa, en la calle del Víctor. Ese ático reformado con tanta ilusión hace apenas dos años, con el propósito de ser un nido en el que cobijar una familia y un futuro.
No estarás huyendo? le había preguntado de camino al aeropuerto. Me asusta pensar que ha tomado el camino fácil, poner tierra de por medio, alejarse del problema y cerrar los ojos.
Me giré para marcharme ya, no la veía desde hace un rato y supuse que estaría esperando en la puerta de embarque. Sonó mi nombre amplificado por el eco y me giré: No estoy huyendo, sólo busco tiempo. Recuerdo esas palabras ahora, tres días después, y ahora sí las entiendo. Pasaré por la casa de la calle del Víctor a regar sus plantas y a recoger el correo, mientras ella persigue instantes, esperando encontrar tiempo.
Ojalá lo encuentre pronto...

11 comentarios:

Juanjo Montoliu dijo...

Y yo me pregunto: ¿es éste un retorno temporal?
En cualquier caso, bienvenido sea tu regreso, y más con el relato que nos muestras.

Pedro M. Martínez dijo...

No vale, esto no vale. Te queremos ¿sabes? Y estas ausencias tan tuyas nos dejan con el alma en pena, tristes, ansiosos por saber si tu silencio es temporal o volverás.
Vuelves y dejas joyas como estas, que dicen tanto, que hablan de tu mundo interior, de tu capacidad de enseñarnos paisajes del sentimiento. Eres especial y te aprovechas de ello, nos tienes encandilados y pendientes de tu ir y venir.
(Por cierto, la calle Víctor está llena de significados para mí, ni te imaginas qué aventuras amorosas he vivido en esa calle. Bueno, sí te las imaginas. Pues eso.)

Camille dijo...

Juanjo, pues no sabría decirte...pero gracias a tí, por estar.

Pedro...y qué te digo yo que ya no te haya dicho. Que tienes razón, pero es que estoy un poco perdida. No termino de arrancar y flojeo..eso es lo peor, la flojera..
Algo me imagino, pero ya sabes que yo siempre imagino peor de lo que al final es...

Raúl dijo...

Como la que has hecho tú, espero.
Volviste... sonrío.

Camille dijo...

Volví....
(a recoger tus sonrisas).

lalodelce dijo...

Ay, que te extrañaba, mujer! Pasé casi cada día y te paso me enganché en los links de blogs de recetas que tienes aquí. Total, como cinco kilos más tarde, gracias a las apetitosas comidas, felizmente vuelves a escribir.

Camille dijo...

Cinco kilos más, lalodelce? jajajajaja seguro que pasaste por el blog de Puntiyo. Yo mañana voy a hacer unos garbanzos con sepia copiados de su blog. Allí tenéis sepia?

El último samurai bancario dijo...

Hola Camille

Me alegra que hayas vuelto, aunque sea con una historia un tanto triste. En principio no la pillé bien, pensaba que te había ocurrido algo.

Me gusta leerte. Me gustan tus historias. No desaparezcas tanto!!!

Besos

Camille dijo...

Samurai,
Gracias, a mi también me gsutan tus historias, aunque tenga que leérmelas de tres en tres ;)

Un beso

Unknown dijo...

"Siempre hay cuatro grados menos de temperatura al otro lado del control de pasaportes de un aeropuerto. Siempre hace más frío para el que despide que para el despedido."
Con esto me encuentro al hacer este camino de retorno hacia tu mundo...
Que fácil es volver adonde uno no se ha ido.
Un abrazo
Carlos

Robert Fornés dijo...

Hola Camille,

Caí por casualidad en tu blog, y además de ser un forofo irrefefrenable del botxo, me ha encantado tu relato, triste, muy humano, muy de todos.
La frase "Siempre hace más frío para el que despide que para el despedido" es preciosa.
Con tu permiso, me quedo por aquí

Un besito desde Balansiya.