viernes, febrero 27, 2009

Bruce again...


Estadio San Mamés
Bilbao
Domingo 26 de Julio de 2009

Sí,
Sí!
Sí!!!!!!!!!!!

Son mías!!

lunes, febrero 23, 2009

Doble perspectiva...


Aún no había cortinas en esa ventana cuando comencé a verle pasar.
Los fines de semana, al despertar, subíamos la persiana y, desde la cama, veíamos los árboles y el camino.
Era otoño y las hojas poco a poco iban dejando desnudos esos árboles que habían sido tan frondosos apenas hacía un mes.
Desde el principio reparé en él.
Ese camino es muy poco transitado y lleva directamente a un caserío desvencijado, al que le faltan tejas y al que le sobra maleza en el jardín.
Él iba en bicicleta, una BH de los años setenta, llena de óxido. Abrió la verja del caserío y entró. Así, fueron sucediendo los fines de semana.
Todos los sábados y domingos, mientras me desperezaba calentita en mi cama, le veía pasar por el camino en su bicicleta.
Después llegaron las cortinas, pero livianas para poder seguir viendo los árboles, el camino y al hombre de la bicicleta.
Llegó la primavera y los árboles comenzaron a llenarse de hojas, y los almendros de flores.
Su caserío seguía igual de viejo pero en el jardín la vida renacía.
Un día subí por el camino y me acerqué a la verja. “Cuidado con el perro” rezaba un cartel atado con una cuerda a la verja. El perro comenzó a ladrar, no le llegué a ver pero sonaba amenazante. Es todo lo que pude ver, el cartel, ni siquiera se veía el caserío desde el camino.
Había mejor perspectiva desde mi cama que desde la verja. Poco a poco, la primavera dio paso al verano, a las cerezas de su huerto, a los higos de esas higueras que se incorporaban hacia el camino y que un día me llamaban a gritos pidiendo ser salvados.
Los higos siempre me recordarán a mi padre.
Algunos días un coche aparca en el camino, alguien se baja y entra en el caserío. Algún amigo. Pero el hombre siempre va y vuelve en su bicicleta oxidada. Una mañana de hace unos días, paseando por el boulevard que da nombre a mi calle, de frente vi venir una bicicleta, una BH de los años setenta, llena de óxido. Subida en ella un hombre canoso, de unos setenta años. Ágil, con una cara amable surcada de arrugas. Al llegar a mi altura pude ver que llevaba un sonotone en la oreja derecha. Una sonrisa sincera iluminó su cara y un hola divertido salió de sus labios. Le devolví la sonrisa y me quedé con las ganas de preguntarle qué perspectiva es la que hay desde su huerto. Desde ese huerto que yo tan sólo intuyo e imagino. Con ganas de preguntarle si sabe que soy yo la que, en algunos días de septiembre, le robo los higos que asoman al camino.

martes, febrero 17, 2009

El otro Murakami...



Hay otro Murakami, además del que nos enamoró con Norwegian Wood. Se llama Takashi y también es japonés.

Dicen de él que es el nuevo Andy Warhol.
Es un tipo curioso, estudió bellas artes , formándose en la disciplina más clásica japonesa, pero su arte surgió en la generación Neo-pop, tras el pinchazo de la burbuja económica de Japón a finales de los ochenta. Incorpora en su obra elementos de la cultura popular contemporánea de su país en forma de animación y manga, así como iconos budistas o rollos de pinturas del siglo XII y pintura zen.
El concepto de su obra es que el arte es parte de la economía, por lo tanto llega al arte más elevado y a la cultura popular, interrelacionando una y otra.

El artista es célebre por forjar un nuevo modelo empresarial basado en la transformación de estrategias de mercado. Dice que la idea la sacó de Giorgio Armani, que piensa sus diseños y sus sastres confeccionan los modelos.

Así, Murakami, creó su corporación internacional, Kaikai Kiki Co., Ltd., con sede en Tokyo y Nueva York. Entre todas las diferentes actividades que llevan a cabo, destacan la fabricación en masa de productos de merchandising, la producción de filmes de animación manga o la ilustración de los bolsos realizados por Marc Jacobs para una colaboración con Louis Vuitton.

©Murakami es la retrospectiva más amplia dedicada a este artista hasta la fecha y la podemos visitar, desde hoy, en el Guggenheim.

jueves, febrero 12, 2009

Desde mi ventana...



Esta es una tierra dura.
De inviernos largos y veranos dibujados.
Pero a través de la niebla, la lluvia y esa humedad constante, la tierra, en ocasiones, nos regala una sonrisa de colores.
Solamente hay que estar atento...

martes, febrero 10, 2009

Beltz the Black...



Beltz The Black es el restaurante que está alojado en el Gran Hotel Domine Bilbao, uno de los últimos cinco estrellas del nuevo Bilbao y que fue diseñado por Javier Mariscal.

Habíamos estado más de una noche en el Splash & Crash, el bar de copas del hotel, tomando algún que otro cocktail pero nunca nos habíamos animado a ir a comer al restaurante, a pesar de las buenas críticas que teníamos de él.

Elegimos el menú degustación Black, aunque cambiamos el vino, ya que el menú incluye un maridaje que a mi Olivier no le gustó nada.

El menú fue más corto de lo que imaginábamos.

El jefe de sala es un tipo estirado y afectado. Con prisa. Quiere parecer tan exquisito que queda forzado y gracioso. Faltaba naturalidad y humildad, sobraba presunción y soberbia.

Sólo había tres mesas ocupadas. La crisis, que no perdona. Una de ellas con dos parejas maduras, la segunda con ella, él, el niño y los padres de él. Tomaban el menú que iban a servir en la boda. Una boda de noche y con demasiados platos. Quizás si hubiese habido más gente no me hubiese enterado de más de lo que quería saber, aunque lo dudo...mandaba la madre de él, y mucho...

Volviendo al menú decir que yo me esperaba más. Últimamente siempre me espero más de los sitios a los que les precede la fama y ya sólo me asombran los descubiertos por casualidad..
Para mi gusto las temperaturas tienen demasiado contraste. Después de un canelón frío de tomate, una ostra helada y después un arroz caldoso con manitas de cerdo.
No debería ser más gradual el cambio?.

miércoles, febrero 04, 2009

Hay un nombre que lleva tu calle...

"Hay una calle que lleva tu nombre
en la ciudad del viento
después de tanto tiempo
me harté de esperarte
y se cayó el letrero."
(Quique González)

Hay una calle en el viejo Bilbao, que tiene nombre de iglesia o de mujer o de verbo. Nace en la Plaza de la Encarnación, donde se encuentra la iglesia de la Encarnación (la de la foto, vestida de gala para un concierto) y muere en la calle Atxuri. Se llama Encarnación. Poco misterio para tanta sorpresa.

Es una calle vieja, con solera. Con tendederos de ropa en las ventanas y sábanas flotando al viento. Con geranios emborrachados de rosa fucsia y molinillos de viento danzando al compás en los tiestos. Es una calle ruidosa. Vivida. Peatonal. Con edificios restaurados, los más afortunados, y pintados en tonos alegres. Con miradores de hierro. Con banderas piratas ondeando en los balcones. Con ríos subterráneos, afluentes del Nervión, durmiendo en su interior y respirando muy suavecito. Aunque eso pocos lo saben.

Somos muchos los que hemos vivido en esa calle. Cuando todo era lujo en el resto del Botxo, cuando el Casco Viejo se puso de moda para esa gente que antes no daba un paso que fuera más allá de la Plaza Circular y que sólo se acercaban al Arenal en la feria del Libro, no quedaba otra zona en la que comprar piso que Bilbao la Vieja o Atxuri.

Yo me fui a Atxuri. Me compré el piso más bohemio y más bonito del mundo entero, en uno de los edificios más viejos del mundo entero, también.

En los primeros días me encontré con I., uno de los hijos del Miren Itziar (ése donde suele ir a comer Fito sin sus Fitipaldis). Nos hicimos amigos. Alguna noche le iba a ver actuar al Key, en la calle del Cristo. Él decía que éramos los más modernos del barrio y a mi me gustaba oirlo. Todas las mañanas tomaba un café en el Floren, una taberna pintoresca que tenía como especialidad la "clientela variada". Es un barrio fácil, de vida fácil. Con panaderías que cierran tarde y gente sentada en la calle, al sol.

La luna aparece todas las noches y en agosto se ven los fuegos artificiales desde la ventana. La han incluído como visita turística guiada y a mi me gusta pensar que, aunque ya haya vendido aquella que fue mi casa, siempre seré la "chica atxuri".

lunes, febrero 02, 2009

Louis en el Botxo...

Una ciudad no llega a ser del todo glamourosa y cosmopolita hasta que Louis Vuitton decide abrir una de sus tiendas en ella.
Eso, al menos, cuenta una leyenda parisina.
Durante meses pudimos ver, en uno de los más bellos edificios de la Gran Vía bilbaína, las tapias, empapeladas con las colecciones de la firma, que ocultaban el gran secreto.
El lugar elegido también es muy significativo, pues antes allí había un Burger King...
La tienda, que intenta ser una fiel copia de la ubicada en los Campos Elíseos, está decorada con mármol, piedra y maderas nobles. En la entrada, a modo de felpudo, las letras en oro de Louis Vuitton nos invitan a entrar en un lugar lleno de lujo y glamour.
Nadie se resiste a esta firma. Plagiada hasta la saciedad y buscada como ninguna en otra en los mercados negros, su imagen siempre estará relacionada con los viajes, el lujo y el arte. Por eso mismo, y por esas mismas razones el Botxo fue una de las ciudades elegidas para abrir una de sus maravillosas tiendas.
Para mi era una de las firmas más clásicas de la moda hasta que en el 97 contrataron como director artístico a uno de mis diseñadores favoritos, quizás el más favorito, Marc Jacobs. Fue llegar él y comenzar a despertar de su aletargamiento.
Los archiconocidos bolsos y maletas marrones con el logotipo de la firma en camel, comenzaron a aparecer con rosas rojas, con flecos o con botones. Abrieron tiendas en Japón, los pobres japoneses lo agradecieron en el alma pues les pillaba más cerca que París. Hasta sedujeron a Coppola para que posara para una de sus campañas, e incluso acaban de contratar a la rebeldísima Madonna como musa de la firma.
Así que soy feliz, Vuitton abre en Bilbao y casi a la vez Jacobs abre su primera tienda en España...
Aunque viajar me encanta también me gusta que, en ocasiones, me pongan las cosas fáciles..