martes, febrero 10, 2009

Beltz the Black...



Beltz The Black es el restaurante que está alojado en el Gran Hotel Domine Bilbao, uno de los últimos cinco estrellas del nuevo Bilbao y que fue diseñado por Javier Mariscal.

Habíamos estado más de una noche en el Splash & Crash, el bar de copas del hotel, tomando algún que otro cocktail pero nunca nos habíamos animado a ir a comer al restaurante, a pesar de las buenas críticas que teníamos de él.

Elegimos el menú degustación Black, aunque cambiamos el vino, ya que el menú incluye un maridaje que a mi Olivier no le gustó nada.

El menú fue más corto de lo que imaginábamos.

El jefe de sala es un tipo estirado y afectado. Con prisa. Quiere parecer tan exquisito que queda forzado y gracioso. Faltaba naturalidad y humildad, sobraba presunción y soberbia.

Sólo había tres mesas ocupadas. La crisis, que no perdona. Una de ellas con dos parejas maduras, la segunda con ella, él, el niño y los padres de él. Tomaban el menú que iban a servir en la boda. Una boda de noche y con demasiados platos. Quizás si hubiese habido más gente no me hubiese enterado de más de lo que quería saber, aunque lo dudo...mandaba la madre de él, y mucho...

Volviendo al menú decir que yo me esperaba más. Últimamente siempre me espero más de los sitios a los que les precede la fama y ya sólo me asombran los descubiertos por casualidad..
Para mi gusto las temperaturas tienen demasiado contraste. Después de un canelón frío de tomate, una ostra helada y después un arroz caldoso con manitas de cerdo.
No debería ser más gradual el cambio?.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Los estiraos siempre están en los afamados restaurantes que, en muchas ocasiones, tienen un prestigio inmerecido.

María dijo...

El persona de los restaurantes o sitios públicos es el "todo", y aunque el menú sea extraordinario, pero el personal antipático y estirado, al final la degustación no sabe exquisita, sino que nos resulta hasta incómoda.

Con lo fácil que resulta ser humilde, simpático y natural, sobre todo, en los lugares donde se necesita amabilidad.

Un placer estar aquí Camille, un besazo.

Fernando Pagán dijo...

Es un honor para mí, que hayas entrado en mi humilde blog y te haya gustado.
Del tuyo te diré que me he quedado prendado, necesito álgo más de tiempo pero lograré leerlo todo.Es muy bueno.Te incluyo entre mis favoritos.
Las personas que atienden estos lugares a parte de los conocimientos propios de su profesión necesitarían unas buenas dosis de simpatía, amabilidad y saber estar. A la larga éste comportamiento pasa factura, teniendo todas las de perder el restaurante. Un saludo

Juanjo Montoliu dijo...

Un restaurante bueno puede ser un local donde pasas tres horas y parece que haya transcurrido media. ¿Prisas? Pues a repartir hamburguesas en el McDonald's.
Los cambios de temperatura, fatal para las muelas.

Besos.

Raúl dijo...

Y es que eso de la fama es tan relativo... ¿Verdad?
Tu labor promocional de tu ciudad, es impagable. Sonrío.

matrioska_verde dijo...

bilbao me queda lejos pero nunca se sabe.

lo mejor es experimentar en carne propia y no dejarse llevar por las críticas o elogios.

bicos,

Miguel Schweiz dijo...

Camille, te aclaro primero :) una de las tantísimas cosas que me gustan hacer es cocinar, (aparentemente a muchos hombres le va eso) pero la cocina creativa. Mi reto consiste ahora en hacer con elementos simples y de buen precio lo más exquisito que se pueda. Voy comparando con menús de élite, sólo para minorías y al final te das cuenta que todo es un bluff, que los cocineros de nombre tienen muy poca cultura y mezclan por esnobismo. ¿Te fijaste, sí?

Con respecto a éste, es una barbaridad. Es un crimen al gusto. No digo solamente por los elementos, sino que bueno, podría pasar un canelón frío de tomate como una variante, pero empobrece al crep cuya temperatura es de tibia a caliente. No obstante insisten con ostras heladas, una aberración antes de un arroz caldoso, primero por la fuerza del sabor de la ostra y segundo porque al estar helado anestesia el sentido del gusto entonces cuando se llega al arroz, pongan lo que pongan no puedes paladearlo. Es como si antes de catar un vino comieras ajos y encima helados :)))

Te doy toda la razón. Evidentemente necesitan un chef que tenga cultura culinaria y algo más…

Te sigo, me gusta poder compartir estas cosas y charlar sobre ello. Lo haces estupendo.

Besos

Pedro M. Martínez dijo...

Cierto.
Cuando fui me quedé con hambre.
Uno de mis acompañantes era/es crítico gastronómico.
Salió el cocinero a saludarle/nos.
Se los dijimos.
Nos propuso un complemento de postre (que luego no sirvió)
Fue una cena carísima y pobre.
Lo mejor, la fiesta que montamos después en un bar cercano.
Mis besos, querida estrecha,

Camille dijo...

Elo, sí que es verdad. Yo creo que se estiran trabajando allí y no entiendo porqué, qué es lo que se les dube a la cabeza, exactamente?

María, te doy la razón, aunque no dejé que me amargar que hacía mucho tiempo que no salíamos solos..je je

Fernando, bienvenido! y muchísimas gracias por tus palabras. A mi gustó mucho tu blog y tus fotografías

Juanjo, tú siempre tan pragmático ja ja es verdad lo de las muelas ja ja

Raúl..y ya me vas a contar algún día qué es lo que te hace sonreir tanto?

Aldabra, sí, eso es lo que hago. Bilbao lejos? dice Urkulu que es de las pocas ciudades que tiene ascensor para acercarse a ellas..;)

Miguel... yo también soy un poco...cocinillas? verdaderamente el menú estaba diseñado, el cocinero tiene fama pero es cierto que esas temperaturas no tenían cadencia, debería ser algo más gradual o menos radical.


Pedro, hambre? no me seas tragaldabas! te he echado de menos por aquí, abuelo cebolleta! ;)

Besos, cascarrabias