lunes, abril 30, 2007

Te recuerdo como eras en el último otoño...



Eran los tiempos del instituto, la época efervescente de la adolescencia. Los días locos y vertiginosos. Los años de los amores platónicos, los sueños imposibles, los anhelos y las locuras del alma.

C. estaba en mi clase. Era un niño callado y solitario. Moreno de pelo y de piel, tenía los ojos más grandes y más negros que he visto nunca, enmarcados por un mar de pestañas largas y rizadas. Su aire meláncolico y bohemio, su pelo largo y sus vaqueros rotos nos hacían suspirar a todas las niñas de la clase.

Los niños le rehuían. Él, imperturbable, nunca tenía compañía. Nunca la necesitó. Ni siquiera un libro. Pasaba el tiempo del recreo solo, sentado. Pensando. Mirándonos. Nunca supimos nada de él. De su vida, de sus sueños.

No participaba en las actividades, ni en las fiestas, ni en los avisos de bomba en las clases de latín. No quería saber nada de los robos de exámenes en junio. Pero tampoco era uno de los empollones de la clase. Suspendía. No prestaba atención a los profesores. Y no hablaba. Siempre permanecía con la mirada perdida en algún punto que yo no era capaz de ver.

La curiosidad del principio por C., el carisma de C. y las ganas de querer saber más de C. pronto dieron paso al aburrimiento y a la indiferencia. Nos fuimos olvidando de C. Las niñas dejamos de suspirar a su paso. Los niños dejaron de rehuirlo. Se volvió invisible a nuestros ojos. Él seguía en clase al año siguiente, pero ya no le veíamos. Al siguiente año repitió, creo, y ya no estaba en mi clase, creo.

Despúes no sé que pasó. Nunca lo supimos. No sabemos siquiera si seguía en el instituto cuando aquel verano lo sacaron de la ría. Ahogado. Muerto. Se tiró desde el puente del Arenal.

No fue un accidente. Eso dijeron los testigos.

Pero estaba solo, como siempre.

Tenía diecisiete años.

Este fin de semana me he acordado mucho de C. Me acuerdo de aquellos ojos grandes y negros. Me acuerdo de lo guapo que era. De lo triste que estaba y de que me hubiera gustado saber más de él. De su tristeza, de ese dolor tan grande que hizo que con diecisiete años se cansara de vivir. He pensado en el egoísmo de la adolescencia. No supimos ayudarle. Ni siquiera comprenderle. Ya estaba muerto cuando le conocimos, pero no fuimos capaces de darnos cuenta.

Este fin de semana, el sábado, rescataron de la ría el cuerpo sin vida de un galés de 21 añitos. Se cayó el viernes, a la altura del Arriaga. Se desconocen las causas. Aún no se sabe su nombre.
Y me acordé de C.
Esa ría....
Qué es lo que tendrá que nadie consigue flotar en ella?

Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el
corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.

Apegada a mis brazos como una
enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de
estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.

Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de
pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.

Cielo desde un navío. Campo desde
los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma.
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma

(Poema VI. Pablo Neruda)

jueves, abril 26, 2007

70 años no es nada...


Gernika, 26 de abril de 1937.

miércoles, abril 25, 2007

Cruce de caminos...


Si hay un lugar en el que se cruzan los caminos, además del Madrid que cantaba Sabina, es Gernika. Villa foral. Pueblo. Hoy ciudad mundial por la paz.

Si alguien ha visto cosas es ella. Pintada hasta la saciedad, no ella sino su derrota, pocos conocen su verdadera imagen. Cruce de caminos a los sitios más bellos que conozco, a la reserva de la biosfera del Urdaibai y a los pueblos más hermosos de Euskadi. A los más duros.

Para muchos es el nombre de un cuadro. Para otros una ciudad devastada por un bombardeo. Para algunos pocos el label de unos pimientos, de unas alubias o de unas morcillas.

En Gernika, enclave privilegiado de esta, mi Bizkaia, se cruzan los caminos. Desde Gernika se puede ir a cualquier sitio....
También al cielo.

martes, abril 24, 2007

Berenjenas Gratinadas...

Esta receta es del libro de Jamie Oliver, la Cocina Italiana de Jamie. Una variante más sencilla y light de la riquísima moussaka griega.

Ingredientes para dos personas:

Una berenjena
Una cebolla
Un ajo
Tomate frito
Orégano
Albahaca
Sal y pimienta
Aceite de Oliva
Queso parmesano

Se pone a pochar la cebolla bien picada junto con el ajo fileteado. Cuando ya está blandita se echa el tomate frito (si se tienen ganas y tiempo, tomate natural) y se deja reduciendo la salsa a fuego lento. Después lo pasaremos por la batidora.

Mientras, se asa la berenjena en rodajas. Yo las he hecho a la plancha con un poquito de aceite, lo justo para que no se quemen.

En una fuente de horno se coloca un poco de la salsa de tomate ya triturada junto con un poco de queso parmesano rallado. Colocamos las berenjenas y echamos el resto de la salsa de tomate cubriéndolas por completo. Queso parmesano rallado al gusto encima de la salsa y al horno a gratinar. Con unos quince minutos es suficiente.

Tres cosas me tienen preso
de amores el corazón,
la bella Inés, el jamón
y berenjenas con queso.

Esta Inés (amantes) es
quien tuvo en mí tal poder,
que me hizo aborrecer
todo lo que no era Inés.

Trájome un año sin seso,
hasta que en una ocasión
me dio a merendar jamón
y berenjenas con queso.

Fue de Inés la primer palma,
pero ya júzgase mal
entre todos ellos cuál
tiene más parte en mi alma.

En gusto, medida y peso
no le hallo distinción,
ya quiero Inés, ya jamón,
ya berenjenas con queso.

Alega Inés su beldad,
el jamón que es de Aracena,
el queso y berenjena
la española antigüedad.

Y está tan en fil el peso
que juzgado sin pasión
todo es uno, Inés, jamón,
y berenjenas con queso.

A lo menos este trato
de estos mis nuevos amores,
hará que Inés sus favores,
me los venda más barato.

Pues tendrá por contrapeso
si no hiciere razón,
una lonja de jamón
y berenjenas con queso.

Baltasar del Alcázar (1530-1606)

lunes, abril 23, 2007

Día del libro..


Hoy, 23 de abril, es el día del libro.

En este día me gusta pasear al salir del trabajo por los puestos de libros que sacan a la calle, y curiosear.

Siempre compro un libro este día. Normalmente uno que ya tenía pensado comprar y que aprovecho a hacerlo hoy con ese 10 % de descuento.

Lo hago por costumbre, porque para mi cualquier día es bueno para comprar un libro.


Hoy, además, hace un día maravilloso. Lleno de sol y de luz.

Los libros son mi pasión.

Me encantan desde pequeña.

Me gusta leerlos y me gusta poseerlos.

Coleccionarlos.

Olerlos.

Tocarlos.

Tengo colecciones de las que estoy tremendamente orgullosa. Ésas con las que he sufrido tanto para tenerlas. Algunos libros por los que he pujado, otros comprados al otro lado del charco porque en Europa estaban agotados. Otros antiguos y remendados ,comprados en ferias de antiguo y de viejo. Los heredados e incluso, los robados. En mi memoria están también aquellos que se prestan con ilusión y nunca regresan.


Mi mayor tesoro son las obras completas del vate, Pablo Neruda, por las que tuve que esperar tres años para conseguir los cinco tomos en papel biblia y encuadernación en piel, mientras recopilaban, clasificaban y editaban todos sus poemas, artículos y material inédito y disperso. Una espera que valió la pena, pues ahora están conmigo...


Para comer en este día, algo poético. Ensalada de rúcola con queso feta y nueces.



Si pudiera llorar de miedo en una casa sola,
si pudiera sacarme los ojos y comérmelos,
lo haría por tu voz de naranjo enlutado
y por tu poesía que sale dando gritos.

Porque por ti pintan de azul los hospitales
y crecen las escuelas y los barrios marítimos,
y se pueblan de plumas los ángeles heridos,
y se cubren de escamas los pescados nupciales,
y van volando al cielo los erizos:
por ti las sastrerías con sus negras membranas
se llenan de cucharas y de sangre
y tragan cintas rotas, y se matan a besos,
y se visten de blanco.

Cuando vuelas vestido de durazno,
cuando ríes con risa de arroz huracanado,
cuando para cantar sacudes las arterias y los dientes,
la garganta y los dedos,
me moriría por lo dulce que eres,
me moriría por los lagos rojos
en donde en medio del otoño vives
con un corcel caído y un dios ensangrentado,
me moriría por los cementerios
que como cenicientos ríos pasan
con agua y tumbas,
de noche, entre campanas ahogadas:
ríos espesos como dormitorios
de soldados enfermos, que de súbito crecen
hacia la muerte en ríos con números de mármol
y coronas podridas, y aceites funerales:
me moriría por verte de noche
mirar pasar las cruces anegadas,
de pie llorando,
porque ante el río de la muerte lloras
abandonadamente, heridamente,
lloras llorando, con los ojos llenos
de lágrimas, de lágrimas, de lágrimas.

Si pudiera de noche, perdidamente solo,
acumular olvido y sombra y humo
sobre ferrocarriles y vapores,
con un embudo negro,
mordiendo las cenizas,
lo haría por el árbol en que creces,
por los nidos de aguas doradas que reúnes,
y por la enredadera que te cubre los huesos
comunicándote el secreto de la noche.

Ciudades con olor a cebolla mojada
esperan que tú pases cantando roncamente,
y silenciosos barcos de esperma te persiguen,
y golondrinas verdes hacen nido en tu pelo,
y además caracoles y semanas,
mástiles enrollados y cerezas
definitivamente circulan cuando asoman
tu pálida cabeza de quince ojos
y tu boca de sangre sumergida.

Si pudiera llenar de hollín las alcaldías
y, sollozando, derribar relojes,
sería para ver cuándo a tu casa
llega el verano con los labios rotos,
llegan muchas personas de traje agonizante,
llegan regiones de triste esplendor,
llegan arados muertos y amapolas,
llegan enterradores y jinetes,
llegan planetas y mapas con sangre,
llegan buzos cubiertos de ceniza,
llegan enmascarados arrastrando doncellas
atravesadas por grandes cuchillos,
llegan raíces, venas, hospitales,
manantiales, hormigas,
llega la noche con la cama en donde
muere entre las arañas un húsar solitario,
llega una rosa de odio y alfileres,
llega una embarcación amarillenta,
llega un día de viento con un niño,
llego yo con Oliverio, Norah
Vicente Aleixandre, Delia,
Maruca, Malva Marina, María Luisa y Larco,
la Rubia, Rafael Ugarte,
Cotapos, Rafael Alberti,
Carlos, Bebé, Manolo Altolaguirre,
Molinari,
Rosales, Concha Méndez,
y otros que se me olvidan.
Ven a que te corone, joven de la salud
y de la mariposa, joven puro
como un negro relámpago perpetuamente libre,
y conversando entre nosotros,
ahora, cuando no queda nadie entre las rocas,
hablemos sencillamente como eres tú y soy yo:
para qué sirven los versos si no es para el rocío?

Para qué sirven los versos si no es para esa noche
en que un puñal amargo nos averigua, para ese día,
para ese crepúsculo, para ese rincón roto
donde el golpeado corazón del hombre se dispone a morir?

Sobre todo de noche,
de noche hay muchas estrellas,
todas dentro de un río
como una cinta junto a las ventanas
de las casas llenas de pobres gentes.

Alguien se les ha muerto, tal vez
han perdido sus colocaciones en las oficinas,
en los hospitales, en los ascensores,
en las minas,
sufren los seres tercamente heridos
y hay propósito y llanto en todas partes:
mientras las estrellas corren dentro de un río interminable
hay mucho llanto en las ventanas,
los umbrales están gastados por el llanto,
las alcobas están mojadas por el llanto
que llega en forma de ola a morder las alfombras.

Federico,
tú ves el mundo, las calles,
el vinagre,
las despedidas en las estaciones
cuando el humo levanta sus ruedas decisivas
hacia donde no hay nada sino algunas
separaciones, piedras, vías férreas.

Hay tantas gentes haciendo preguntas
por todas partes.
Hay el ciego sangriento, y el iracundo, y el
desanimado,
y el miserable, el árbol de las uñas,
el bandolero con la envidia a cuestas.

Así es la vida, Federico, aquí tienes
las cosas que te puede ofrecer mi amistad
de melancólico varón varonil.
Ya sabes por ti mismo muchas cosas.
Y otras irás sabiendo lentamente.

(Oda a Federico García Lorca. Pablo Neruda)

domingo, abril 22, 2007

Risotto Bianco de domingo...

La pasta y el arroz, en ocasiones, es un lujo poder comerlos solos, sin tropiezos.
Sin adornos ni florituras.
Desnudos.
En este caso en concreto no fue algo premeditado, siendo sincera, si no porque no encontré unas trompetas de la muerte con las que tenía pensado hacer el plato.
Y, como a veces, soy un poco cabezota pues si no había trompetas lo comíamos solo.
Bianco como dicen los italianos.
Un plato sencillo y humilde pero a la vez lleno de sabor y encanto.
Los ingredientes para dos personas:
130 gr de arroz arborio (Numen tiene uno muy rico)
1/2 cebolla blanca o una entera si es pequeña.
Media copa de vino blanco seco
1 ajo
2 cucharadas de aceite de oliva y un trozo de mantequilla
Caldo de pollo, con un litro sobrará un poquito.
Sal y pimienta negra recién molida
Queso parmesano rallado al momento
Otro trozo de mantequilla
Se comienza calentando el caldo de pollo en una cazuela.
Mientras, en otra cazuela, vamos pochando la cebolla y el ajo bien picaditos con las dos cucharadas de aceite y el trocito de mantequilla a fuego lento para que no cojan color. Cuando ya están blandos y casi transparentes, unos quince minutos, se sube un poco el fuego y se introduce el arroz removiendo hasta que quede transparente.
En ese momento se echa el vino blanco y se vuelve a bajar el fuego.
Se continúa removiendo y cuando el arroz haya absorbido casi por completo el vino echaremos el primer cazo de caldo que estará bien caliente. Esos pasos los realizaremos sucesivamente.
Cazo tras cazo removiendo constantemente.
El arroz va soltando su almidón y se vuelve meloso.
Cariñoso.
El proceso durará unos veinte minutos.
Se prueba y en ese momento, cuando el arroz ya está hecho, se salpimienta.
A veces no hace falta echar sal dependiendo de lo enriquecido que esté el caldo.
Se apaga el fuego.
Se echa el otro trozo de mantequilla mezclando bien y el parmesano que acabamos de rallar.
Se tapa la cazuela durante dos minutos, tiempo en el que el arroz se vuelve aún más jugoso.
Se saca una foto para este, mi blog, y hala! a comer!

miércoles, abril 18, 2007

El talo....

El talo es a Euskadi lo que la arepa a Venezuela. Aunque el consumo del mismo en la actualidad ha quedado reducido a las ferias gastronómicas y a las fiestas regionales, en el pasado formó parte de la alimentación diaria de nuestros mayores. De hecho, todavía hay muchos aitites (abuelos) que desayunan talo con bacalao en los pueblos arrantzales de la costa.
Así están ellos de estupendos!.

El talo es una especie de tortita hecho de harina de maíz, sal y agua templada que se cuece a la plancha. Dicen los puristas que la mesa en la que se amase la masa debe ser de madera de haya.
Ahora el talo se come en la Aste Nagusia, la semana grande de fiestas, (la de Bilbao es en agosto, famosa en el mundo entero, así que me imagino que habréis oído hablar de ella), en las ferias gastronómicas y rurales tipo Idi-Probak (arrastre de bueyes) o de cualquier fiestuki que organice la BBK con el motivo más insospechado...
Pero, sobre todo, se come en el mercado de Santo Tomás. El 21 de diciembre. Una feria agrícola-ganadera en la que los aldeanos de los caseríos traen a la villa sus productos. Cestos de mimbre. Artesanía en madera. Las mejores morcillas de puerro y alubias de Gernika. Los chorizos de Orozco. Las verduras del Txorierri. Pasteles vascos. Frutas autóctonas. Sidra. Txakolí. Pollos, conejos, etc..QUESOS (no, no se me olvidaba) y hasta se rifa un cerdo: Tiberio. Siempre se llama Tiberio. Luego se le pone el número en romano detrás. Yo ya he perdido la cuenta de por cual Tiberio vamos..
Yo le tengo miedo a ese sorteo porque a mi nunca me toca nada, pero si algún día me tocase seguro que es un Tiberio. Cuando me dan los boletos para el sorteo me echo a temblar. Tiberio siempre es inmenso de grande. Lo tienen allí expuesto al pobre bicho. Si le miro a los ojos me da pena, porque creo que él sabe lo que le va a pasar. Y yo una responsabilidad de ese tipo tampoco quiero. Yo enseguida le cojo cariño a los animales. No me lo podría comer. Pero en casa tampoco entra un Tiberio..en fin..
Luego están los puestos de talo, claro. En los que hay toda una cuadrilla metidos en faena. Unos amasan y dan forma al talo y otros lo hacen a la plancha. Dentro del talo va siempre chorizo o morcilla o panceta. El clásico es el de chorizo a la sidra.
Para que pase bien garganta abajo, sidra o txakolí.
Muy importante.
Nada de beber agua.
Harina de maíz y agua es una mezcla muy explosiva de la que los que más saben son los pollos y mira dónde acaban los pobres...
A mi me gusta el talo pero me gustan mucho más las arepas....

martes, abril 17, 2007

Arepa de mi corazón...

Durante una parte de mi vida, hace ya mucho tiempo, pasé casi dos años en Venezuela. Ha llovido bastante desde entonces. Yo era una niña. Me tocó la época dura del país también.
Aquellos tiempos en que políticamente estaba salvajemente revuelta.
La gente de los ranchitos se echaba a la calle contra la opresión del gobierno y las manifestaciones estudiantiles se saldaban con vidas humanas.
El toque de queda a las seis de la tarde en el que tan sólo se podía estar en la calle con un salvoconducto que pedía la Policía Técnica Judicial (los Petejotas) tan sólo después de disparar.
Tarde. Siempre lo pedían tarde.
Más tarde llegó el estado de excepción en el país, el que más tarde estudiaría en Derecho y no me harían falta ejemplos, en el que no se puede entrar ni salir del país.
Cuando, por fin, se abrieron las fronteras y conseguí abandonar el país, ya nunca más volví.
Allí aprendí que la vida humana en ocasiones no vale nada. Me hice mayor. Vi muchas cosas en la calle. Vi sangre, dolor, lágrimas. Muerte. Terror. Hice cola para el racionamiento de una botella de aceite y cuatro rollos de papel higiénico. Tuve una navaja en el cuello en plena Sabana Grande de Caracas para robarme los pendientes. Una pistola en la sien en una carretera que venía de Chichiriviche porque se suponía que nos habíamos saltado un control de la policía.
Afortunadamente, en aquella época, en Venezuela había censura y ojos que no veían corazón que no sentía. En la televisión pasaban telenovela tras telenovela. Esas mismas que luego llegarían a España causando furor. Yo nunca las he visto. Allí sí, era fan de Rubí Rebelde. Aparentemente allí nada pasaba, menudencias. Disturbios sin importancia. En España, los sábados, Informe Semanal dedicaba reportajes a Venezuela y a los momentos tan graves que vivía. Con cifras de muertos incluídas. Dos versiones diferentes de una misma realidad.
Esa es la parte dura, y más. Lo recuerdo con miedo.


Luego recuerdo el lado amable. Recuerdo el clima. El Caribe es maravilloso y siempre sale el sol. Recuerdo el viento que hacía siempre y que doblaba las palmeras. Recuerdo que la gente era cariñosa y amable. Recuerdo que me llamaban catira y la españolita. Sus playas, algunas en un estado tan salvaje que daba apuro pisar su arena.


Recuerdo que vivía en la urbanización de La Marina de la Lagoven, en Judibana, Punto Fijo, Estado Falcón, Península de Paraguaná y que lo decía todo seguido sin coger aliento. Recuerdo que al principio todo era chevere.


Pero sobre todo recuerdo las arepas, con pasión. Con esa pasión que sólo da el recuerdo, porque nunca más las he vuelto a probar. Al principio me costó hacerme con ellas, a su sabor. A sus rellenos. Carne mechada, cazón, queso blanco, queso amarillo, salpicón de marisco... A mi al principio lo que me gustaba era la cachapa con queso y jamón. Luego ya por fin, caí irremediablemente en la arepa de queso blanco. Perdidamente.
Ahora, que ya ha pasado el tiempo, cuando recuerdo Venezuela, lo que me viene a la cabeza son las arepas. Mis soñadas arepas. Sé que la harina para hacer arepas la venden en el supermercado del Corte Inglés. Y hoy, gracias al blog de Carlos he descubierto que hasta hay una maquinita para hacer arepas y además da la receta para hacerlas perfectas y espaciales. Sé de lo que habla porque yo también tengo un ingeniero en casa y no hay quién les gane. Yo siempre me rindo antes....
En idioma español de buena cepa "pan de maíz"
titúlase la arepa, pero es preciso ser de nuestra tierra
para saber lo que la arepa encierra.
¿Qué señor extranjero que no sepa
como hablamos aquí,
podrá creer que dentro de una arepa
cabe cómodamente una mujer?
Pues cabe, y no ella sola
si no una casa, un radio, una vitrola,
la cesta del mercado
con lo que traiga dentro, el alumbrado.
Las ropas, dos o tres barrigoncitos
y muchas veces, hasta los "palitos"
.....................................................
Símbolo del sustento, yo lo digo
y al decirlo no miento
pues mas que el respetable pan de trigo
simboliza el sustento.

lunes, abril 16, 2007

Al rico Frappé...

Me he quedado en casa a la tarde sin ir al trabajo. Estoy malita. Un simple resfríado pero que me hizo estar todo el domingo en la cama con fiebre. Ahora me acabo de preparar un Nescafé, por la vagueza de no preparar una cafetera. A este, mi domicilio, todavía no ha llegado una de esas tremendas cafeteras de expresso que tanto envidio y que espero que pronto lo solventemos mi Olivier y yo. Después de leer varios blogs creo que gana por goleada la Saeco, así que en ésa pienso cuando sueño con ella.
Al abrir el bote de Nescafé me ha venido a la cabeza el frappé. Estímulo-respuesta.
Aquí, en España, no llegó a cuajar lo del frappé. Se puso de moda un verano hace ya muchos años, yo casi ni había nacido y si lo había hecho era muy pequeña. Vamos que me acuerdo pero en plan lejano. Pero en los demás países mediterráneos se instaló de tal manera que en algunos es la bebida nacional, como en el caso de Chipre y Grecia.
En Grecia, por ejemplo, los coches, taxis y autobuses tienen un porta-frappés incluído de fábrica. No un porta-bebidas. Es un accesorio que sirve para colocar el vaso del frappé y que ya incluye el vaso para frappé. Sólo hay que añadirle la pajita y el frappé, claro. Desde bien entrada la mañana se les ve a los griegos con sus frappés por la calle, yendo al trabajo. A la noche siguen tomándolo. Entre uno y otro, cervezas. Hace mucho calor allí, sí. También lo tienen descafeinado, me imagino que habrán tenido serios problemas nerviosos. Además tienen un merchandising tremendo en torno al frappé. Venden batidoras de frappé hasta de bolsillo, frapperas (el vaso para el frappé) decoradas para todos los gustos y de varios materiales. Botes de Nescafé de kilo y de dos kilos...
El frappé es delicioso. Una vez que lo pruebas te apasiona, aunque sí que es cierto que es en sitios de calor donde tiene más éxito.
La receta del frappé es sencilla a rabiar, pero algo de maña tendrá porque yo lo he intentado hacer en casa unas cuantas veces y no sabe igual. Aunque igual es como el vino que siempre sabe mejor en la tierra (del vino, se entiende)
Receta para un frappé:
En un vaso alto se echa una cucharada de Nescafé junto con un dedo de agua. Se remueve enérgicamente hasta formar una espuma beige (allí lo hacen con batidora de varillas) y espesa. Después se echan varios cubitos de hielo y más agua y leche. A mi me gusta más sin leche.
Si se quiere dulce, el azúcar se echa al principio, junto con el Nescafé.
Una pajita y a chupar!
Eso sí, cuidado porque es tremendamente adictivo....

domingo, abril 15, 2007

London...


Qué bonito es Londres y qué limpio está a pesar de tener tan pocas papeleras. Es algo que sorprende. Poder pasear mirando hacia arriba sin preocuparte de pisar una caca de perro, sobre todo si vienes de Bilbao, que es imposible enterarse de nada que ocurra en las paredes ni más arriba de tus propios zapatos porque no puedes andar sin quitar la vista de las aceras.

No, no es por el dibujo de la baldosa como cree el alcalde.
Al principio pensaba que eran los perros ingleses que son tan finos que no cagan, pero al segundo día leí el cartelito de las 1.000 pounds de multa por caca de perro, eso lo explica todo. Seguro que sí.




Ha salido el sol todos los días y ha sido espléndido. La ciudad está bellísima. Todo ha florecido, incluso los ciruelos, y la primavera inunda todo. Los jardines están llenos de tulipanes y de narcisos.

Me encanta Londres.

Me encanta lo sorprendente que es, pasear entre asfalto y edificios históricos y al doblar una esquina encontrarse de bruces con el muelle de Santa Katherine con sus catamaranes y veleros durmiendo en la ciudad.
El bullicio de Covent Garden.















Me encanta el paseo de Candem Town hasta la Little Venice, con sus barcazas flotando en la ría. Sus puentes. El contraste de las mansiones de las orillas y de las barcazas como casas flotantes en la ría. Los patos nadando y un zoológico en el camino.



Su río, tan majestuoso.


Me encantan sus mercados en la calle. Londres tiene un mercado para cada cosa y cada cual más bello. El de Borough es espectacular. Flores, frutas, carnes, pescados, dulces, panes y quesos. Un placer para todos los sentidos.




Estuvimos en el Fifteen una noche pero no pudimos cenar porque no había sitio. Jamie Olivier se ha hecho demasiado famoso.



En el Soho, un paraíso para los bohemios, cenamos en el Garlic & Shots, un templo de culto al ajo. Todos los platos de su carta llevan ajo e incluso tienen una cerveza con ajo. 101 txupitos diferentes son el postre. Un sitio muy pintoresco. En el piso de abajo tienen un bar para vampiros...


El Zuma, un restaurante japonés fue la estrella gastronómica de las vacaciones.
Es el restaurante de moda ahora mismo allí, donde acuden los famosos.
Nuestra bendita Lonely Planet es la culpable de haberlo descubierto.
Justo tomabamos una cerveza en el pub de al lado, así que supusimos que era una señal.
La camarera que nos atendió era española, catalana. Muy simpática. Le faltaban dos dedos, uno en cada mano. No conocía a Ferrán Adriá.
Nos trajo wasabi fresco y nos lo ralló en la misma mesa.
El sushi y el sashimi han sido los mejores que he comido nunca.
Aunque había pescados que todavía no hemos conseguido saber qué eran.


Los cocineros cortaban el pescado a la vista con el propio ritmo de una coreografía. El local lo definían como opulentamente minimalista.
Y sí, la verdad es que era minimalista.
Era opulento también.

La barra del bar del Zuma también era un punto original. La bodega era totalmente fabulosa, aunque los precios también lo eran. Tenían un Vega Sicilia a 1.299 libras...

Una cosa que me sorprende de London es que en ningún pub, bar o similar se ve una botella de Beeffeater. Éste es el único beeffeater que vimos.
Además nos posó para la foto y todo



En Hyde Park, los domingos, en el speaker's corner aún sigue habiendo gente dispuesta a defender sus ideas. Por muy descabelladas y religiosas que sean. Como si el tiempo ni hubiera pasado.....


jueves, abril 12, 2007

12 de abril....

Me hubiese gustado regalarte un verano en la villa como el de Ouka Leele, lleno de sol, de fruta y de azul.
Un verano de julio o agosto en un tejado, con Madrid a los pies.
Un cielo azul con nubes de algodón sobre nuestras cabezas.
Te hubiese regalado un día impar en este doce de abril o un número tres para sumar al haber del corazón.
Pero eres tú el que me regalas cada día tu presencia y tu paciencia.
Tu inteligencia.
El que haces más fácil el despertar cada mañana.
El que me acompañas en los ocasos. En ese momento en el que se me viene todo el amor de golpe [como le pasaba a Neruda]. Y también la tristeza.
Eres tú mi regalo.
Así que gracias.
Felicidades también.

martes, abril 03, 2007

It's time for tea...

De una ciudad gris a otra.
Me marcho a Londres cinco días.
A ese Londres de niebla y bruma en el que aún parece retumbar la voz de Shakespeare en el Globe .
A ese Londres cosmopolita, bullicioso y de calles limpias en el que Borges conversaba con los ángeles en su poema de los dones.
A ese Londres de shopping y de pubs, de mercadillos y de paseos a la orilla del Támesis.
O a ese más oscuro, más gótico, más novelesco.
Todas las ciudades tienen tantas caras y tantas cruces como el que las mira, descubriéndolas. Pero Londres, quizás, es una de las ciudades más ambiguas de Europa. Todo cabe, todo entra, todo permanece.
Me gusta esa foto de Londres, para mi es tan familiar...
Es como estar en casa, ir camino de ella, por el puente del Arenal...
Nunca sé despedirme de ti, siempre me quedo
con el frío de alguna palabra que no he dicho,
con un malentendido que temer,
ese hueco de torpe inexistencia
que a veces, gota a gota, se convierte
en desesperación.
Nunca se despedirme de ti, porque no soy
el viajero que cruza por la gente,
el que va de aeropuerto en aeropuerto
o el que mira los coches,
en dirección contraria,
corriendo a la ciudad
en la que acabas de quedarte.
Nunca sé despedirme, porque soy
un ciego que tantea por el túnel
de tu mano y tus labios cuando dicen adiós,
un ciego que tropieza con los malentendidos
y con esas palabras que no saben
pronunciar.
Extrañado de amor,
nunca puedo alejarme de todo lo que eres.
En un hueco de torpe inexistencia,
me voy de mí
camino a la nada.
(Luis García Montero. Problemas de Geografía
Personal)