“Vive como si fueras a morir
mañana, trabaja como si no
necesitaras el dinero, baila como si nadie estuviera mirando"
Bob Fosse
“Vive como si fueras a morir
mañana, trabaja como si no
necesitaras el dinero, baila como si nadie estuviera mirando"
Bob Fosse
Brecht nació en Ausburgo en 1898, y después de la Primera Guerra Mundial se fue a vivir a Munich. Allí se encontró con la militancia de izquierda, y sus obras teatrales reflejaron una profunda crítica a la sociedad de la época. En 1924 trabajó en Berlin con el director Max Reinhardt, pero sobre todo dio a conocer su mensaje social con la ayuda de su grupo teatral. También en Berlín y en 1928 empezó a colaborar con el compositor de música Kurt Weill, y después de visto el éxito logrado con algunas obras, un productor teatral les encargó la continuación de una obra anterior, “Die Dreigroschenoper” (opera de tres peniques). Volvieron a reunirse los dos amigos en 1929, y Brecht escribió “Happy End” (Final Feliz), y Weill compuso la música.
La obra mostraba el juego entre el bien y el mal, con la ironía y perspicacia propia de
Brecht. Aunque el libreto lo escribió la secretaria de Brecht, Elisabeth Hauptmann, el dramaturgo completó los poemas de la obra. Uno de aquellos poemas era el llamado “Bilbao Song”. Weill musicó todos, y desde entonces esta bella obra ha sido representada cientos de veces con gran éxito por todo el mundo. En “Happy End”, los autores reflejaron con una ambientación extraordinaria el amor entre una chica de la Armada para la Liberación y un gangster, y Brecht produjo un escándalo el día del estreno, 2 de septiembre de 1929. Bertolt utilizó a su mujer como actriz, y en el discurso final, hizo que leyese unos fragmentos del Manifiesto Comunista.
La obra de Brecht, en tres actos, dio un salto desde los escenarios de Alemania y Estados Unidos a distintos países, y entre los actores y actrices que la han representado desde entonces, se puede encontrar a gente como Liza Minnelli y Meryl Streep, entre otros.Weill compuso para la obra una selección bellísima de música, y hoy en día aún se tocan las piezas de este melodrama en muchos escenarios del mundo, como nos demostró Woody Allen en el concierto que dio en San Sebastián. Desde 1929 muchos músicos y cantantes de renombre, han interpretado el famoso “Bilbao Song”. El músico de jazz Andre Pervin llevó la composición de Weill a las listas de música de EE.UU en 1961. Hizo lo mismo, cantando en francés, la quebequiana Pauline Julien en 1966, y en inglés Andy Williams en 1996 y Marianne Faithfull en 1998. También hay una versión en español, del cantante Víctor Manuel, grabada por su mujer Ana Belén en 1999.¿Pero estuvo Bertolt Brecht en la capital vizcaína para componer “Bilbao Song”? No hay ninguna referencia, y seguramente todo lo que dice el poema es fruto de la imaginación de Brecht. De cualquier modo, eso no resta importancia al valor del poema. Bilbao y Brecht están unidos para siempre por esta canción. (Escrito por Josemari Velez de Mendizabal)
No es fácil olvidar la luna de Bilbao.
Allí vivió el amor
luna de aquel Bilbao.
Tantos deseos,tantos recuerdos
están conmigo hoy,los llevo dentro.
Noches de amor,de diversión
cantando esta canción.
Y es que no hay lugar donde uno pueda estar
tocando el más allá,como en Bilbao.
Si vienes a Bilbao
la luna encontrarás.
Allá en lo alto está
deseando saludar.
El amor pasa
y ella no cambia
te embruja el alma con
su luz plateada.
Sé que les vuelvo a contar siempre el mismo cuento.
Y es que no hay lugar
donde uno pueda estar
tocando el más allá,como en Bilbao.
"Nunca habían compartido escenario: Nuria Espert, José Luis Gómez y Lluís Homar. Por fin podrán odiarse a muerte, en esta relectura del suizo Dürrenmatt de la Danza macabra de August Strindberg. “De un drama burgués nace una comedia sobre el drama burgués: Play Strindberg.”En doce asaltos, vemos a un matrimonio en vísperas de su 25º aniversario: Edgar, “autor militar desconocido en el mundo entero”, y Alice, “vieja actriz desarbolada”, reciben la visita del primo Kurt, nuevo director del lazareto de la isla donde viven. El personal de servicio los ha abandonado. Reina la miseria. Ya sólo late en los cónyuges una frialdad de proporciones grotescas, y el profundo placer de herir al otro... ya que “vengarse es divertido”, como afirma Alice.
La obra tiene una duración de hora y media, pero hay ocasiones en las que se hace pesada y opresiva. Son tres monstruos, sí. Es un duelo a tres. Una obra muy coral, a tres voces. Pero no brillan, y no creo que tenga nada que ver con los tres actores, que son soberbios, ni con la dirección. Sino en la obra en sí, que la encuentro desfasada y trasnochada. No es una obra que sobreviva al paso del tiempo y que tenga buena vejez, como pueda ser cualquiera del maestro Shakespeare o de Lorca. O quizás el fallo está en la adaptación por parte de Dürrenmatt.
Yo me esperaba más de ella, y no es que no me haya gustado, pero esperaba una adaptación más temporal, más cercana. Tal como está escenificada, en doce asaltos y un final, junto con el dinamismo en cuanto a música e imágenes proyectadas en el escenario y teniendo en cuenta que es de poca duración, debiera ser mucho más ágil de lo que es. Y ahí es donde radica el único fallo que le encuentro. El guión es pobre, lento y repetitivo. Hay escenas muy buenas que se alternan con escenas extremadamente lentas y hace perder la cadencia.
Por lo demás, fenomenal. Me alegré de ver a Nuria Espert, que tiene una vejez maravillosa y cada día está más estupenda y más guapa.