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viernes, abril 05, 2013

Una historia corriente...


Elsa tenía esa belleza exultante que solo se tiene a los veinte años. Sus ojos negros como el azabache despedían unas motitas de azul eléctrico si te quedabas mucho tiempo mirándola. Tal vez era ésa una de las razones por las que era difícil sostener su mirada. Todo en ella resultaba hermoso y creo que es una de las personas más carismáticas que he conocido a lo largo de mi vida. Pero si tuviera que elegir una característica de ella, la que más la representara, sería su risa. Tenía una carcajada sonora pero a la vez cristalina que llenaba cualquier espacio en el que se encontrara. Toda su cara se iluminaba y era capaz de inundarnos de luz a todos. Elsa era así: hermosa y vital.

Conocí a Elsa realmente, fuera del ambiente familiar, cuando recién acababa de llegar a Barcelona. Venía procedente de su Cadaqués natal dispuesta a comerse el mundo de la moda. Vivía de alquiler en un precioso apartamento del Barrio Gótico que pagaban religiosamente sus padres. Ella estudiaba diseño de moda en la Escuela Felicidad Duce después de haber superado las duras pruebas de acceso. Me contó que desde pequeña quería dedicarse al mundo de la moda. Diseñaba su propia ropa desde los ocho años y su sueño era trasladarse a París,  de Erasmus e intentar quedarse allí y abrirse camino.

Era muy joven y tenía esa energía que sólo la dan los sueños y los logros por cumplir. Yo la miraba con escepticismo, tratando de recordar de si yo a su edad era tan tenaz como ella para, al cabo de un rato,  recordar que sí, que los veinte años son muy parecidos para todos. Lo mejor de algunos de esos sueños es no cumplirlos nunca para poder seguir soñando, pero eso era algo que no le iba a contar a Elsa.

Me dejaba caer los sábados por la mañana por su casa. Solíamos pasear por las Ramblas, ir al mercado, de compras por el Passeig de Gracia y a veces la invitaba a comer en la Barceloneta. Casi siempre era ella la que proponía los planes. Yo sólo intentaba cuidarla, tal y como le prometí a sus padres el verano anterior en Cadaqués.

Creo que fue como a mediados de la primavera cuando Elsa empezó a poner disculpas para nuestras citas sabáticas. Nunca le di mucha importancia porque supuse que después de llevar ya unos meses en Barcelona era lógico que tuviera amigos o incluso algún comienzo de romance.

Fue con una llamada preocupada de su madre una noche de miércoles cuando se despertó en mí una especie de alerta. ¿Cuánto tiempo hacía que no sabía nada de ella? ¿Un mes? ¿Tal vez dos? ¿Qué clase de amigo era yo para no haberme preocupado de la hija de unos de mis mejores amigos?. Tampoco estaba llamando a casa cada dos días como antes y hacía una semana que no hablaban con ella. Le prometí acercarme al día siguiente hasta la casa de Elsa e informarle de inmediato.

El jueves a las diez de la mañana estaba frente al timbre de entrada de la casa de Elsa, con una bolsa de croissants calientes y una botella de zumo de naranja. Me abrió la puerta una Elsa tan exuberante que una ráfaga de vértigo salpicó todo mi cuerpo. Estaba distinta. Más mayor, más seria, más madura y más…bella. Me mandó pasar a la cocina y encendió la cafetera.

Me senté en una silla, junto a la ventana, mientras pensaba cómo afrontar el tema pero fue Elsa la que empezó a hablar. Con voz suave y serena comenzó pidiendo disculpas mientras ponía los cafés y los zumos sobre la mesa y colocaba los croissants en un plato de porcelana blanca. Se sentó a mi lado y me fue envolviendo con su voz .

Elsa había encontrado un trabajo que le dejaba sin tiempo libre fuera del horario de la escuela. Estaba tan contenta que cada vez veía más cerca su sueño de diseñar en París. De repente me sentí tonto, es cierto que hacía un par de meses que me había contado que tenía una entrevista en el Hotel Perla Negra, un hotel que se había puesto de moda y que ofrecía alquileres de habitaciones por horas y recomendación de escorts.

Creo que fue por mi cara lívida, estoy seguro de ello, pero Elsa me dijo que quería enseñarme algo Fuimos al pequeño salón del apartamento y ella conectó el BluRay. Juntos vimos el documental The Great Happiness Space: Tale of an Osaka Love Thief, rodado y dirigido por Jake Clennell en 2006, y que refleja el auge del fenómeno escort en Japón. Fenómeno que estaba revolucionando Barcelona con este hotel que recibía premios, menciones y notas de prensa casi a diario.

Miré a Elsa, a sus grandes ojos negros con motitas de azul eléctrico y aguanté su mirada, pero no pregunté nada. Me fui con la promesa de seguir viéndonos una vez a la semana aunque fuera para tomar un café.

Al salir del portal telefoneé a su madre y le dije que Elsa estaba bien, que estaba estresada con los exámenes, que la había dejado estudiando…y que estaba muy guapa. Mucho.



jueves, febrero 28, 2008

Callejeros...


Todas las ciudades tienen de entre todos los seres que las habitan, algunos más especiales que otros. Me refiero a esos que, de alguna manera, se hacen notar a su paso. Son reconocibles e identificables aún entre una multitud. Algunos son hasta famosos, como Pascual, un simpático negrito al que se puede ver todos los mediodías de domingo cantando con su melodiosa voz, su sonrisa entrañable y sus piropos a todos los niños pequeños que le miran embelesados y tal vez, ilusionados. Pues Basilio, además de ponerle voz, ganas y alegría al Casco Viejo los domingos a la mañana y las tardes de entre semana, ejerce también una vez al año de Baltasar en la Cabalgata de Reyes del Ayuntamiento. Así que además contribuye a esa magia y misterio de un rey mago hecho carne. Y oficio.
En la entrada del metro de Plaza Unamuno, por las mañanas a primera hora, suele estar el protagonista de poner banda sonora a esa Plaza. Un asiático (no soy capaz de mojarme, no acertaría jamás el país) de ojos tristes y su violín. Cuando llegó hace unos tres años se puso en Gran Vía, pero enseguida encontró su lugar en la zona bohemia. Él es frenesí, nervio puro. Pero ojos meláncolicos. Llegó desafinando pero enérgico. Hoy, no desafina. Emociona. A veces, es tan frenético que se le vuelan las partituras. Una vez se las recogí y pude ver más de cerca esos ojos. Seguían igual de tristes. Me gustaría conocer su historia. Imagino que cuando puede come anguila los domingos.
En la fuente del Perro, un hombre abotargado y bañado en alcohol aúlla por las noches, rompiendo el silencio con su dolorosa y quebrada voz. Ese mismo hombre, hace ya bastantes años cantaba a Sabina y Police con esa misma guitarra y otro alma. Y tenía público, sobre todo chicas. Era hasta guapo, pero la vida le ha maltratado. No creo que pase de los cuarenta.
Luego, está Él. Él es ya un anciano. Yo le recuerdo desde siempre. Va con paso decidido, con prisa. Bien vestido. Elegante. Y recita una lista interminable. Son nombres y apellidos. Los recita de memoria, sin titubeos. No sé la historia. Contaban que quizás trabajó en alguna de las navales en la época de la reconversión industrial y esa lista de nombres eran los despedidos. Tal vez Él era el capataz.
El otro día le ví, y me sorprendió. Normalmente se le oye antes de verle. Su voz potente le precede, su lista de nombres. Yo estaba en la acera esperando el verde de un semáforo y oí hablar. Era Él: "De quién es el Titanic, el barco más grande del Mundo? Pues mío, de quién va a ser!". Y qué ha pasado con la lista? con esos nombres? y el Titanic a estas alturas?

martes, septiembre 18, 2007

Cuando es el verano el que coge vacaciones...


Cuando es el verano el que coge vacaciones y nos deja a oscuras y sin velas. Cuando no se ha visto a junio paseando en chancletas, ni a julio con sombrero de paja, ni a agosto con gafas de sol, de repente uno amanece en un día lluvioso de septiembre en el que las horas arrastran las hojas y los días arañan la luz. Pero y dónde quedan las estaciones?. Dónde quedan las campanas y los relojes que anuncian el final del verano y el comienzo del otoño?
La lluvia y la bruma lo llenan todo, arrastran el agua de la ría, las nubes, el polvo.
En este Bilbao nuestro uno se da cuenta que tenía razón García Márquez cuando decía que el tiempo es ciclíco. Volvemos a aquel Bilbao ya casi olvidado, en el que los días eran grises, y los veranos lluviosos. Al de los otoños color cobre y el cielo color sepia.
Volvemos a la lluvia, a esa lluvia de donde venimos un poco también.
La ría hoy está preciosa.
Elegante.
La ría hoy está eterna. La niebla posada en la ribera. Los barcos bailando al son y las grúas disfrazadas de fantasmas de sábanas blancas.

domingo, junio 10, 2007

Vil Vaho...

Una mañana de domingo desganada y ruidosa nos ha empujado a la calle tras el desayuno, huyendo del bricolaje de la vecina de arriba y de los gritos de los padres de los niños que viven al lado.
Buscando el sol, hemos atravesado el pequeño edén instalado junto al Arriaga y nuestros pasos nos han llevado al Arenal y a su feria del libro instalada entre los tilos.
Me ha caído en la mano un libro curioso, Bilbao verso a verso...

Vil Vaho
(El Descomedido)

Para Jon Juaristi

Barka bezaidate
Nork bere begiekin ikusten ditu gauzak.
Gabriel Aresti

Bilbao, ciudad como una chica fea
Nos ata algo peor que un embarazo:

Sé que acercas a mi cuello un lazo
Y a mi pira una tea que gotea.

Bilbao, sabes que eres la azotea
Donde, si me asomo, acaba el plazo:
Si me asomo sé que me despedazo
En ti:madre, fulana, melopea,
Magdalena, bruja...Molesta miel
De jugar a médicos y enfermeras
Cuando el paciente nunca resucita.

Bilbao, hongo que nace en mi piel,
Que se infecta y cría plañideras
En mí, siendo mi amor.
Bilbao maldita

(Iñigo García Ureta.
De Dirección en la derrota)

viernes, junio 01, 2007

Rondando la calle Ronda...


La calle Ronda es una de las sietes calles que forman el Casco Viejo. Comienza en la Ribera, enfrente de la Iglesia de San Antón y termina en María Muñoz, calle que lleva a la plaza de Unamuno, donde está la boca del metro.


Una placa en el nº 16 de la calle Ronda, recuerda que allí nació el 29 de Septiembre de 1.864, Miguel de Unamuno. Es, sin duda, la calle más sombría del Casco, la más estrecha y, también, la más transitada. Hace unos años la peatonalizaron, le lavaron la cara y la dejaron realmente bonita. En ella está instalado el Ambulatorio que nos da servicio a todos los vecinos del Casco Viejo, está Surbisa, la empresa perteneciente al Ayuntamiento y a la que hay acudir para todo lo relacionado con obras en casas y comercios del Casco. Es la calle que lleva a todos los niños a los colegios de Atxuri y a la casa cuna de Urazurrutia viniendo del Casco y es la calle que lleva de Atxuri y Bilbao la Vieja a todos los usuarios del metro. En definitiva, es la calle que enlaza una parte y otra del viejo Bilbao. También es la calle que lleva al mercado de la Ribera a todos los que lo quieran visitar o hacer las compras.

También en esa calle están el Villa y el Lasai, dos bares míticos de la adolescencia y que son los que cierran bien entrado el alba, una Herriko Taberna, una tienda de discos y cannabis, una tienda de chinos, una de moda fashion (de chinos), una de muebles, una de cristales y espejos, una de telas al peso, un kiosko y tres o cuatro bares más. Todo eso en apenas veinte metros de calle.


Bien, pues le invito a cualquiera a pasar por dicha calle de ocho y media a nueve de la mañana. Da igual si es en un sentido o en otro. Además de toda la multitud de personas que transitamos esa calle en hora punta, una calle de apenas cuatro metros de ancha, hay que ir esquivando a la furgoneta de prensa y revistas, al camión de muebles, a las furgonetas de los gremios de las obras que lleva Surbisa, al camión del Ayuntamiento, al de la Heineken.


Menos mal que es peatonal!!

miércoles, mayo 09, 2007

Dulzura intemporal..


Cuando se dobla la esquina para entrar a la plaza de la Encarnación, no importa cuantas veces se haya hecho antes, uno pierde el habla por un momento. Delante se alza majestuosa la Iglesia de la Encarnación, una iglesia desconocida para muchos bilbaínos pero con un carisma impactante. El ocre de sus ladrillos refleja el sol con una perfección casi mágica e inunda de luz la plaza. El almendro que se encuentra junto a la fuente no sé por que extraña razón siempre está florecido. Sus campanas alegran las mañanas de domingo. Organizan conciertos sinfónicos y tienen el único Museo Diocesano de todo Euskadi y parte del extranjero.
Se puede pedir más? Se puede.
Este fin de semana organizan la cuarta edición de los Dulces de Conventos y como es de bien nacido ser agradecido le agradezco a mi amiga Lenna la información del evento porque yo viviendo justo al lado no me había enterado [aún].

Dulces de convento
En el tan bello como desconocido marco del Museo Diocesano de Arte Sacro se va a celebrar entre el 11 y el 13 de mayo la cuarta edición del encuentro “Los Dulces del Convento”, que tanto éxito tuvo en años precedentes.
En el bello claustro de la Iglesia de la Encarnación se instalarán más de cuarenta mesas con dulces productos representativos de otros tantos conventos y monasterios.Tradición secular mantenida en el interior de las paredes monacales que ahora salen a la calle en busca de un público ávido, y cuyos ingresos sirven para mantener a muchas de estas instituciones en sus reglas estrictas. El año pasado fueron 32 los conventos de clausura asistentes, que este año aumentan hasta los 40, entre los que destacan la presencia de los licores de Chartreuse (Francia) y los productos de cosmética y cuidado personal de las benedictinas de La Chantelle (Francia). Una edición ampliada para ofrecer una mayor variedad de productos. Todos los ofrecidos en “Los Dulces del Convento”están elaborados a mano por religiosos y religiosas de clausura; en su mayoría partiendo de materia prima procedente de sus propios huertos, y con recetas y técnicas absolutamente artesanales. El claustro del antiguo Convento de la Encarnación, junto a la Estación de Atxuri, llegada de Eusko Tren y del Tranvía de Bilbao, acogerá este mercado de repostería y artesanía en los monasterios de clausura que el año pasado recibió a más de catorce mil visitantes. El Museo Diocesano de Arte Sacro, organizador del evento, destaca entre otras presencias novedosas, los dulces que siguen recetas marroquíes y mejicanas, una amplia variedad de mieles y un incremento del número de licores y vinos elaborados por monjes. El objetivo de esta iniciativa es abrir una parte de esos recintos de acceso restringido: los conventos y monasterios de clausura. Los ingresos obtenidos por estas ventas sirven para mantener la vida de estos lugares y algunos lo envían a hermanos y hermanas de sus órdenes que mantienen misiones en países desfavorecidos.

(Texto extraído de http://www.bilbao.net/)

jueves, marzo 08, 2007

Yo vivo en un barrio de Bilbao con campanas, con relojes, con árboles......


Si algo tiene de alucinante el mundo de los blogs es la capacidad de ir de uno a otro de una manera a veces hasta vertiginosa. Es como abrir una caja china o una muñeca rusa, vas abriendo puertas sin apenas darte cuenta y en cinco minutos estás al otro lado del charco leyendo a alguien parecido a tí pero que vive en un lugar totalmente opuesto al tuyo y en un mundo diferente, aún en el mismo planeta.


Hoy, he estado en Chile. Suelo ir a menudo porque es un país que me atrae desde siempre pero hoy, he leído un viaje apasionante y he visto unas fotos impactantes. Nunca había visto un azul tan azul y sin polarizador (espero). En el google no existen fotos tan puras pero buscándola me he tropezado esta foto y volviendo a las muñecas rusas de antes, es una foto de una casa de Isla negra en la que está escrito un verso de Neruda que dice :

Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con
árboles.
Desde allí se veía
el rostro seco de Castilla
como un
océano
de cuero.
Mi casa era llamada
la casa de las flores, porque por
todas
partes
estallaban geranios

Y me he acordado de que hace un año más o menos, en Madrid, me volví loca buscando la casa de las flores de Neruda. Tengo un libro precioso, regalo de mi Olivier sabiendo de mi afición al vate, que se titula "El Madrid de Pablo Neruda" en la que describen perfectamente en qué calle está la casa. Me presenté allí con cámara en mano y encontré una placa que rezaba que allí había vivido Pablo, nada más. No había campanas, ni relojes, ni árboles. Solo había una sucursal del Santander Central Hispano, tres contenedores de obras tapando el portal de entrada a la casa y ya cuando me iba miré hacía arriba y ví que tampoco había geranios ni flores.

Fue un día triste para mí. Llevo leyendo desde pequeña al vate y sólo espero que cuando llegue a Isla Negra de verdad estén sus botellas de cristal, sus mascarones de proa y sus campanas. Sus caracolas sé que las donó y están en Santiago. Yo, las mías las tengo en el cuarto de baño. Porque yo, también, colecciono caracolas ....


lunes, marzo 05, 2007

Hartos de glamour?

Qué clase de revolución artística o cultural ha ocurrido en el Botxo en los últimos añospara que haya gente harta de glamour?.
Esa pintada está en la fachada del edificio que hay en Urazurrutia, en pleno puente de San Antón. El mismo edificio que casi se viene abajo cuando se abrió el asfalto del muelle y estuvo deshabitado durante unos años. En Bilbao la Vieja (o lo que queda de ella).

A esa zona le están dando un empujón urbanístico desde hace unos años, hay subvenciones para comprar y rehabilitar viviendas. Hay ayudas para el empleo y la creación de empresas. Y por lo visto, hay un exceso de glamour.

Me hizo gracia la pintada porque nosotros nos vamos a Londres en Semana Santa. No creo que sea una modernaza (y eso que lo intento) pero me gusta el glamour.
Últimamente ya me había fijado que en el Casco los viernes a la noche las cosas han cambiado, y mucho. Zapatos Gucci, gafas de Prada. Medias de rejilla verde con sandalias negras (vale, ésta era del extrarradio del Botxo, era japonesa). Pero no pensaba que al otro lado de la ría, cruzando el puente, tan cerca del barrio donde vivo, la gente estaba saturada de glamour.

Creo, que voy a tener que alternar un poco más por esa zona e intentaré ir con cámara para documentar gráficamente mi visita.