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Sí,
"Hay una calle que lleva tu nombre
en la ciudad del viento
después de tanto tiempo
me harté de esperarte
y se cayó el letrero."
(Quique González)Hay una calle en el viejo Bilbao, que tiene nombre de iglesia o de mujer o de verbo. Nace en la Plaza de la Encarnación, donde se encuentra la iglesia de la Encarnación (la de la foto, vestida de gala para un concierto) y muere en la calle Atxuri. Se llama Encarnación. Poco misterio para tanta sorpresa.
Es una calle vieja, con solera. Con tendederos de ropa en las ventanas y sábanas flotando al viento. Con geranios emborrachados de rosa fucsia y molinillos de viento danzando al compás en los tiestos. Es una calle ruidosa. Vivida. Peatonal. Con edificios restaurados, los más afortunados, y pintados en tonos alegres. Con miradores de hierro. Con banderas piratas ondeando en los balcones. Con ríos subterráneos, afluentes del Nervión, durmiendo en su interior y respirando muy suavecito. Aunque eso pocos lo saben.
Somos muchos los que hemos vivido en esa calle. Cuando todo era lujo en el resto del Botxo, cuando el Casco Viejo se puso de moda para esa gente que antes no daba un paso que fuera más allá de la Plaza Circular y que sólo se acercaban al Arenal en la feria del Libro, no quedaba otra zona en la que comprar piso que Bilbao la Vieja o Atxuri.
Yo me fui a Atxuri. Me compré el piso más bohemio y más bonito del mundo entero, en uno de los edificios más viejos del mundo entero, también.
En los primeros días me encontré con I., uno de los hijos del Miren Itziar (ése donde suele ir a comer Fito sin sus Fitipaldis). Nos hicimos amigos. Alguna noche le iba a ver actuar al Key, en la calle del Cristo. Él decía que éramos los más modernos del barrio y a mi me gustaba oirlo. Todas las mañanas tomaba un café en el Floren, una taberna pintoresca que tenía como especialidad la "clientela variada". Es un barrio fácil, de vida fácil. Con panaderías que cierran tarde y gente sentada en la calle, al sol.
La luna aparece todas las noches y en agosto se ven los fuegos artificiales desde la ventana. La han incluído como visita turística guiada y a mi me gusta pensar que, aunque ya haya vendido aquella que fue mi casa, siempre seré la "chica atxuri".