El sábado fuimos a cenar a "A table" en la calle Dos de mayo. Tenía ganas de ir desde diciembre, había leído verdaderas maravillas de su cocina. Es un restaurante vasco-francés y lo que yo sabía de él es que sus mejillones de roca y su magret de pato relleno de foie estaban de escándalo. El caso es que, como íbamos seis personas, en lugar de cenar a la carta pedimos el "menú gourmet" (se llamaba así!) para evitarnos el típico lío de seis personas manejando una carta.
El menú gourmet consistía en lo siguiente:
- Mousse de cangrejo. Una especie de paté con sabor a mar. Es decir, salado.
- Paté de oca. Mismo formato que el anterior, con un sabor menos salado. Pero exactamente oca de la familia de las ocas de toda la vida no apostaría yo el cuello a que era.
- Bacalao a la bízkaina. Ejem, por no ser muy brusca diré nada más que estaba ácido, muy ácido. (donde esté el bacalao a la bizkaína que me hace mi Olivier).
- Solomillo al Idiázabal. Resultó ser a la cazadora (sic) como nos informaron un rato antes, y consistía en unos champiñones laminados (bandeja del Eroski, sección lechugas y demás). El solomillo era de cerdo, que no es por insultar ni mucho menos pero cuando el solomillo es de cerdo se especifica, o al menos si no lo hacen en Francia, aquí sí. Un solomillo a secas es de ternera, por eggs.
- Tarta de turrón. De turrón del blando. Odio el turrón del blando. Odio el turrón en marzo. Lo odio.
- Pan. Estaba un poco "tieso". Me lo comí enterito. Me encanta el pan!
No me gustó nada la comida. Me gustó el sitio, muy coqueto. Muy pequeño. Yo, creo que es un sitio para ir dos, a poder ser pareja y enamorados. Es que el sitio es pequeño, la luz muy tenue y la mesa estrecha.
Pero, creo, le voy a dar otra oportunidad. Volveré otro día y pediré mejillones de roca y magret de pato relleno de foie.
En determinados sitios es mejor no pecar de original y seguir a las masas. (camille dixit)
Pero tengo que decir algo a favor de ese restaurante. Allí conocí a un ángel que me enamoró a primera vista. Me pareció bellísimo, sofisticado, glamouroso. Dulce y explosivo a la vez.
Es francés, de Bordeaux y se llama L'angelot de Seguin y es como su nombre. Un angelote con cuerpo, con fruta, con color burdeos, mira!.
Alguien en la mesa nombró la lágrima. Mientras, a mi se me saltaban las mías....
Con el postre un Tokaji de 3 plutonios que provocó hasta silbidos en la mesa.
Dejamos propina, eh?
La foto de arriba es el angelote posando para "moi" , el plato de detrás a la derecha es el susodicho solomillo y el de la izquierda es el de mi Olivier, como se puede apreciar en casa no hace falta fregar con mucho empeño.
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