miércoles, marzo 28, 2007

"Sólo puedo exhibirme cuando llevo puesto un disfraz..."

Tengo entre manos desde hace tiempo el libro de Philip Roth La Contravida y me está costando más de lo habitual leerlo (pero creo que es problema de tiempo, sin más). Hasta ahora no había tenido el placer de leer a Roth, y digo el placer porque me alegro de haberlo descubierto. Me lo trajeron los reyes, los de Oriente, aunque ya había oído hablar de él a Paul [Auster] y a Haruki [Murakami], y había pensado que probablemente me gustaría. Si dos de mis escritores favoritos coincidían en gustos, había ciertas probabilidades de que a mi también me gustara. De esa manera, tan lógica, descubrí a Javier Cercas y me declaro ferviente admiradora suya hasta que se demuestre lo contrario. Su libro La velocidad de la luz consiguió que me palpitara el corazón a la idéntica velocidad de la misma. A unos escritores los descubres por azar, por esas leyes de la casuística que hacen que caiga en tus manos un libro.

En cambio, a otros escritores llegas tirando de la madeja, éste es el caso de Roth.

La contravida nos habla de seres humanos que llevan a la práctica sus sueños de huida y renovación, llegando algunos a arriesgar la vida por cambiar su destino, irreversible en apariencia. Se hallen donde se hallen, los personajes de esta novela están permanentemente sometidos a la tentación de una existencia alternativa que puede trastrocar su destino. Quien ilumina estas vidas en transición y nos guía por estas evocadoras páginas es la mente del novelista Nathan Zuckerman. Su inteligencia, escéptica y envolvente, calcula el precio que ha de pagar todo el que desee modificar su suerte y dar nueva forma a la historia, sea en una clínica odontológica de los alrededores de Nueva Jersey, en un pueblo tradicional de Gloucestershire, en una iglesia del West End londinense, o en un diminuto asentamiento judío de Cisjordania.

La voz que narra, Nathan [también Nathan, sí] es la del propio Roth, o al menos yo lo intuyo así, a pesar de ser el primer libro que leo de él. También sé que no hace mucho tiempo que se le ha empezado a traducir aquí....y sé que leeré más libros de él.

Lo que la gente envidia en el novelista (...) es su capacidad de autotransformación teatral, la forma en que puede diluir y hacer ambigua su relación con una vida real por medio del talento. El exhibicionismo del artista superior se relaciona con su imaginación; la ficción es para él al mismo tiempo una hipótesis divertida y una suposición seria, una forma imaginativa de investigar; todo lo que el exhibicionismo no es. Contra lo que suele creerse, es la distancia entre la vida del escritor y su novela lo que constituye el aspecto más curioso de su imaginación".

La novela en sí está llena de axiomas, párrafos enteros en los que te sorprendes moviendo afirmativamente la cabeza. Diálogos totalmente brillantes. Para mi esta novela está siendo una catarsis

Al igual que los personajes de la novela, yo también ando metida en la contravida, intentando cambiar el destino y las leyes...

El azar, de nuevo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No he leido esta novela, pero Roth es un maestro de maestros, entre ellos los que has citado. a mi nunca me ha fallado, aunque hay veces que los complejos y neuras judaicos me pueden. te recomiendo El lamento de Portnoy una de sus primeras grandes novelas.

Camille dijo...

Gracias nopisto. Vale, tomo nota porque me apetece leer algo más de él.
La verdad es que todos tienen neuras, a éste le da por los judíos (como a todos los judíos). Es super irónico el tío...